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Mostrando entradas de 2017

Felices, siempre felices.

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Hoy hace exactamente un año que empecé este blog. ¡Cómo pasa el tiempo! Un año de aprendizaje, de metas, de letras, de historias, de libros, de alegrías y decepciones, un año de decisiones, de éxitos y fracasos, de sonrisas, de lágrimas, de incertidumbres, de intentos, de luchas, de besos, de abrazos, de gente entrando y saliendo tanto del blog como de mi vida. Un largo año que en realidad ha sido extremadamente corto, porque la longitud del tiempo es más relativa de lo que pensamos. Depende de como lo pasemos y de como lo aprovechemos. Una tarde de cine puede ser eterna si no elegimos bien la película. Sin embargo, hay películas de tres horas que se pasan en un suspiro. Una noche que pintaba aburrida puede sorprenderte viendo el amanecer, sin ganas de volver a casa porque la compañía te hizo olvidarte hasta del mundo. Elegir bien a las personas no es fundamental, aquellas que crees que no deberían haber aparecido, en realidad tienen un propósito sin darse cuenta: hacerte más listo, m

Latidos en silencio.

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El espejo me saluda cada mañana con una sonrisa que no reconozco. Vacía, cansada, sin vida. Yo le digo hola y asumo que ese es mi nuevo yo. Brillante por fuera, desolada por dentro. Dos personas en una, separadas por una gruesa capa de acero. Camino entre la gente sin verla realmente, la esquivo, huyo de su encuentro. Me pregunto si siempre he sido así o esto solo es el resultado de tu recuerdo. Me pregunto si algún día te perdonaré el haberme destruido por dentro. A veces creo que hasta me he olvidado de como respirar, luego recuerdo de que es un movimiento automático, mecánico y me alegro por ello. A pesar de todo, no me hubiese gustado dejar de hacerlo. Tal vez hoy el silencio es la banda sonora que ayer fue el latido de tu corazón, tal vez, solo tal vez, mañana el sonido de una risa sincera sea la melodía que amenice mis días.  

Decisiones a punta de pistola.

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Una pistola apuntándome en la sien, fría y sin sentimientos, como aquel que la sostiene. Dos minutos es el tiempo que me queda para  decidir si quiero vivir siendo un traidor o morir fielmente por el secreto de otros. Tres años han pasado desde aquel momento en el que elegí quedarme en el bando equivocado por amor a alguien que ni siquiera sabía que yo estaba a su lado. Las decisiones tomadas con el corazón (o con la bragueta) no son decisiones, son cagadas, impulsos que nos llevan a complicarnos la vida. Lo supe entonces y lo sé ahora. Cuatro han sido las veces que he escapado de la muerte para volver a su abrazo mecánico y cinco son las cicatrices que recorren mi cuerpo convirtiéndolo en un mapa de malos senderos que no se deben volver a cruzar. -    Vamos, Martín. No tengo todo el día. Suéltalo ya. ¿Dónde está el cargamento? Un escupitajo sale de mi boca y aterriza en su cara. Una bala atraviesa mi cabeza. Oscuridad.

Quiéreme mejor.

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Dijiste que me querías y, sin embargo, decidiste romperme en pedacitos. Ahora soy un puzzle al que le faltan piezas. Te quedaste con las fundamentales, aquellas que le dan forma  al dibujo, aquellas sin las que no tiene sentido. Te quise, sin querer, más de lo que yo hubiese querido quererte. Tú, por tu parte, quisiste a la imagen de mí que quisiste creer que era. No te preocupes, he aprendido a encajar las piezas aunque queden surcos amorfos en el centro de mi ser y, sorprendentemente, funcionan a modo de armadura para un corazón que decidió dejar de querer a quien no lo merece. Tal vez no estoy tan bien como lo estuve antes de ti, no importa. Definitivamente mañana estaré mejor, he decidido que quiero quererme como nunca me quisiste.

Nuestra canción.

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Las primeras notas se mezclan con el aire. La voz comienza a brotar de mi garganta, tenue, tímida, como un cervatillo asustado de ser cazado. Entonces, te veo. Te siento, a mi lado. Como siempre. Y la sonrisa se pinta en esa cara de bobo que sé de sobra que pongo cuando te veo. No puedo evitarlo y me acerco, tu perfume me embriaga, tu  voz me transporta a otro lugar. Ya solo estamos tu y yo, nadie nos escucha y la melodía que estamos creando es solo nuestra. Ya no siento mariposas en el estómago, siento leones devorándome por dentro, rugiendo, reclamando el alimento que solo tus labios pueden proporcionarles. Ya no puedo mirar a ningún otro lugar. Me importa poco si estoy quedando como un idiota, solo quiero mirarte, tocarte, cantarte. Quedarme para siempre a tu lado. Esta melodía  es mi nueva banda sonora favorita, la que ameniza el momento en el que me enamoro de ti. O, tal vez, solo ameniza el momento en el que me doy cuenta de que ya no hay marcha atrás, eres la canción que no pue

Alunizaje.

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Quiero volar, contactar con otra atmósfera, aterrizar en la Luna, en Plutón, en Saturno o en una galaxia muy lejana. Quiero explorar tierras inhabitadas, bailar en lugares que no han conocido el ritmo o que, por el contrario, tienen un ritmo propio nunca antes visto. Quiero caminar, correr, saltar, chapotear, pisar, levitar, patear, ir a la pata coja, jugar… Tropezar. Quiero que mis pies me  guíen en la caída y tocar el fondo con las manos para coger impulso en la subida. Quiero vivir soñando y soñar viviendo.  Quiero ser libre en este mundo de presos. Quiero ser el ritmo de tus pasos, el soplo de aire fresco agitando tu pelo, la luna que te inspira e inspirarme a mi misma. Quiero mirar atrás y sonreír por haberlo intentado aunque el resultado no haya sido el esperado. Quiero ser el pez que nada a contracorriente ignorando lo que la mayoría intenta imponerle. Demostrar que difícil no es sinónimo de imposible, porque donde hay un deseo hay una posibilidad.

Ya ves, querida.

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Querida yo de hace tres años: Te escribo para decirte que te equivocabas, el mundo no se acaba porque hayas perdido una pierna. Sí, es cierto que la vida es más difícil, pero no por ello menos bella.  He elegido este día porque hoy hace exactamente tres años desde el fatídico accidente en el que una anciana de otro coche murió y tú (nosotras) te quedaste con ese recordatorio eterno y poco agradable de lo que sucedió. No hay ni un solo día que no recuerde el accidente y que no piense en el conductor del camión que nos arrolló. Dijeron que se encontraba bajo el efecto de las drogas, ¿sabes? A día de hoy sigo sin entender como alguien que se dedica a la conducción profesional o que simplemente se encuentra en la situación de tener que conducir, se droga. Heroína llevaba el "amigo" metida en vena, ni más ni menos.  Pero no escribo esta carta para resucitar viejos rencores y miedos que, en realidad, sé que nunca voy a conseguir enterrar. Te escribo esta carta para que

Margaritas.

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Entramos en un bucle. Me miras, te miro; suspiras, suspiro; te acercas, me quedo paralizada; me tocas, me estremezco; sonríes, sonrío; te alejas, te pierdo. Me pierdo. Vuelta a empezar.  Desde que te conozco así son nuestros días, como si fuésemos margaritas: te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero... Te necesito. Pero todas las margaritas tienen un número de pétalos limitado. 

Carta al cielo.

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Querida mamá: He decidido escribirte esta carta y mandarla al cielo para decirte que estoy bien y que ya lo he entendido.  Creía que te habías ido porque ya no me querías o porque te habías enfadado con nosotros. No entendía qué era estar muerto, mami, pero ahora lo entiendo, porque mi amigo Tom también lo está. Un coche lo atropelló delante de casa cuando venía a visitarme como cada tarde. Vi como sucedía, mami, y ahora entiendo que morir duele. No solo al que muere, sino a quien lo quiere. A papá, a mí...  Me duele el estómago como si un agujero se hubiese formado en mi tripa y papá no deja de decirme que no llore más, que me voy a deshidratar. Pero ¿como no voy a llorar si los ojos de Tom ya no me miran? ¿Si ya no se afila las uñas en mi ropa? ¿Si no demanda su cuenco de leche? ¿Si ya no ronronea cuando le rasco las orejas? ¿Si ya no estás, mami? Le he dicho a papi que me quiero morir para estar con vosotros y, entonces, se ha echado a llorar como si fuese un niño de

Amor a la primera calada.

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Evasión. Un viaje más. Solo uno más. Tenía dieciséis años cuando mis amigos me presentaron a María y fue amor a la primera calada. Con ella mis problemas desaparecían, se hacían pequeños e irrisorios.  Pocos meses después me vi sumido en problemas por culpa no solo de María, sino también de Ginebra, la cual me calentaba en invierno como ninguna otra. Con dieciocho, conocí a Coca y las cosas se empezaron a poner intensas. Ginebra era demasiado absorbente, pero sumamente adictiva, ya no concebía mi vida sin ella. María, por su parte, me mantenía en una nube (de humo) de la que me costaba mucho bajar, tanto que nunca lo hacía. Coca… Coca me descubrió un mundo nuevo. Viajar con ella era el mejor de los orgasmos.  Hasta que un día no desperté en mi cama, sino en la habitación de un hospital conectado a tubos extraños. María no estaba, ni tampoco Ginebra y la sola mención de Coca causaba una mueca horrorizada en las caras de los individuos de bata blanca que me rodeaban. Las echab

Castillo de naipes.

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Agua y aceite. Norte y sur. Este y oeste. Completamente diferentes, pero atraídos por el mismo imán. Tú, su alma afín, su segundo yo, una copia de sus gustos. Yo, su lado oculto de la luna, la curiosidad que mató al gato, el miedo a lo desconocido. Le diste la oportunidad de tenerlo todo sin renunciar a nada. Yo le ofrecí arriesgarlo todo por algo que podría quedarse en nada.  No me sorprende que la costumbre haya ganado al riesgo, no hay muchos valientes. Lo que me sorprende es la decepción que ahora siento. Tal vez, simplemente, tú hayas acabado con su magnetismo. Así, sin más. Porque era tan endeble como un castillo de naipes. 

Galicia non arde, a Galicia quéimana

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Hoy Galicia amaneció cubierta de niebla. Y nos creeríamos, tal vez, que era solo niebla si no fuese por el olor a ceniza, desesperación y muerte. Nuestros montes, nuestra fauna y, en definitiva, nuestros hogares han sido devorados por las llamas. Fuego provocado intencionadamente. Terrorismo forestal imperdonable. Hoy Galicia llora, porque no hay nada que le duela más a un gallego que ver su tierra destruida. El verde se convirtió en naranja, el olor de la naturaleza más salvaje y bella fue sustituido por el humo que todavía encharca nuestros pulmones. Polvo y ceniza. Miles de hectáreas calcinadas, animales muertos o despojados de su hábitat, familias que veían sin poder hacer absolutamente nada como sus hogares desaparecían. Vidas perdidas. Hoy Galicia llora y cruza los dedos porque esa lluvia que tanto caracteriza nuestro clima cubra por completo todo el territorio. Y, sobre todo, hoy Galicia llora porque ayer no pudo hacerlo. Durante este fin de semana el pueblo gallego

Tequila.

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Una canción y dos tequilas.   El alcohol comienza a hacer efecto, tu recuerdo se difumina. Unos pies taconean cerca, acompañados por el contoneo de unas caderas.  Te vuelvo a ver nítida.  Dos canciones, tres tequilas.    La dueña de las seductoras caderas se acerca segura de sí misma. Es morena, ¿por qué tiene que ser morena?  Tres canciones, cuatro tequilas. Se llama Emilia, eso lo capto, pero empiezo a estar mareado. Me hace un gesto y la sigo a la pista de baile. Se acerca, bailamos. Lleva tu mismo perfume. Vuelvo a la barra.  Cuatro canciones, cinco tequilas.   Decido ser valiente y vuelvo con Emilia. Ella me mira, pero yo no la veo a ella. Necesito otro tequila.  Cinco canciones, seis tequilas.   Emilia me besa, segura y decidida. Yo la beso, confundido y culpable.  Muchas canciones, demasiados tequilas.   Despierto en casa de Emilia. La cama desecha, una lámpara rota, ropa en el suelo, hedor a alcohol. Ella se mueve, la cama cruje y mi

Meteorito.

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La luz del ocaso se filtraba por las rendijas de la ventana. Candela contaba con suma impaciencia los segundos que faltaban para que anocheciera por completo. Mientras tanto, Paulo se afilaba las uñas contra una columna de hormigón colocada al otro lado de la oscura estancia. En eso los había convertido el meteorito, en monstruos clandestinos obligados a sobrevivir en la noche mientras el mundo humano solo giraba de día.  Cuando todo en el exterior se tornó en oscuridad, Paulo saltó por encima de Candela, haciendo añicos la ventana. Ella lo vio partir regalando un grito a la luna a modo de llamada para las demás criaturas nocturnas. Con una sonrisa triste siguió a su hermano en la penumbra, abrazando su salvaje condición, mimetizándose con la oscuridad de la noche. 

Y ahora estoy despierto.

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Atravesé los cinco continentes. Mi miedo a volar se convirtió en mi asiduo compañero de viaje. Pasé más tiempo rodeado de desconocidos que de mi familia. Aprendí tres idiomas y casi olvido aquel con el que crecí. La añoranza de mi tierra era una de las tantas cicatrices que adornaban mi alma. Perseguí tus sueños como si fuesen míos. Corrí tan rápido que ahora me tiemblan las piernas. Me relacioné con gente que aborrecía, me reí de sus chistes y brindé en su honor simplemente porque a ti te hacía feliz su compañía. Sacrifiqué mis deseos y desterré a mis amigos. Medio olvidé a mi familia y abandoné mis sueños. ¿Y sabes por qué? Porque tú te convertiste en mi sueño.  Y ahora estoy despierto. 

Constelaciones.

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Tengo una pequeña colección de estrellitas en una vitrina. Como si de una constelación privada de hermosos astros se tratara. Solo brillando para mí, solo mías. Algunas son blancas como la leche, otras rosadas, otras del delicioso color del chocolate. Todas distintas y, a la vez, todas iguales; representando la vida y la muerte en cada uno de sus extremos puntiagudos. La vida arrancada de la piel de sus dueñas que en muy mala ocasión decidieron tatuarse una estrella. La muerte, que sucede a la obtención de mi tan preciado premio, obtenido a base de sangre y miedo.

Hola, holita, hola.

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¡Muy buenas, queridos lectores! Hoy no voy a publicar un post con un relato como he venido haciendo hasta ahora. Hoy vengo a hablaros de mis intenciones. Llevo un par de semanas con el blog bastante abandonado debido a que he tenido asuntos importantes que solucionar y no me ha dado tiempo a trabajar en esto como me gustaría. Sin embargo, a partir de ahora intentaré volver a ser constante y mantener el nivel que había alcanzado en tiempos (no muy) pasados. Este fin de semana pretendo ponerme manos a la obra y trabajar en distintos contenidos para poder publicar sin problema a lo largo de la semana que viene. A partir de ahora tendréis cada lunes, miércoles y viernes por la mañana un relato. Está también en mi lista de propósitos crear contenido nuevo , contenido que os pueda interesar... No sé, tal vez hablaros un poco más de mí, enseñaros la forma en la que yo veo el mundo, colaborar con otros blogs, hacer una especie de "columna de opinión", etc. Tengo siempre

Hubiese...

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Me hubiese gustado sentir el tacto de tu piel contra la mía, tu respiración en mi cuello. Descubrir tu mirada, que habla incluso más que tu boca, cerca, muy cerca. Que la distancia y el miedo fuesen cuentos de niños contados a adultos incrédulos. Me encantaría sentir tu voz cálida en mi oído cada mañana, que me dieses los buenos días con uno de esos besos tuyos y sentir tus dedos inquietos y reclamantes recorriendo sin miedo mi espalda. Contar tus arrugas, las nuevas y las viejas, esas que resaltan cuando sonríes.   Y no te digo lo que hubiese amado sentir tus besos ilegales quebrantando el horario de visita, haciéndome entender con hechos lo que las palabras jamás podrán plasmar en textos. 

Vestigios.

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Silencio. Aire puro. Vestigios de carreteras entre las flores y la hierba. Construcciones en ruinas cubiertas por enredaderas. Todo es un bosque encantado ahora. Los animales pastan plácidamente en cualquier lugar, sin miedo. La naturaleza siguiendo su curso, cubriendo de savia cada rescoldo de un pasado artificial, como una leona lamiendo sus heridas. Poco queda de aquella civilización humana con complejo divino que se dedicaba a destruir lo único que debía proteger. Aquella catástrofe natural les enseñó a los pocos que consiguieron sobrevivir que La Tierra es quien manda. Ahora no son más que tribus, como en sus orígenes. Puede que más evolucionadas, pero siempre en simbiosis con su planeta. El respeto es la nueva ley.

Vengo a confesarme.

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Hoy vengo a confesarme. Este no es un relato ficticio, ni siquiera una historia basada en hechos reales. Esta, señores, es mi realidad. Tengo veintidós años, una hermana maravillosa, tres perros, soy adicta a la lectura,  convivo y combato desde hace al menos siete años con el dolor crónico provocado por la fibromialgia y tengo los ojos azules. Así, sin más.  La fibromialgia lleva en mi vida tanto tiempo que simplemente es un demonio más al que enfrentar cada mañana. Un demonio que me limita y me presiona, pero nunca he sido de las que se rinden con facilidad. Ella lo sabe, yo lo sé, por eso prosigue la lucha. Mi vieja enemiga me ha enseñado el lado feo de la vida. No, no solo me lo ha enseñado, me lo ha tatuado en la piel, ha clavado la aguja tan profundamente que la tinta ha llegado a mis venas y el tatuaje me ha marcado el alma. La fibromialgia es una enfermedad que provoca dolor musculo-esquelético crónico, mareos, fatiga, alteraciones de la memoria, neblinas, etc. En resumen,

En las nubes.

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A veces, cuando sueño, me olvido de vivir, pero es que cuando vivo, me olvido de soñar. Prefiero vivir en las nubes, creando y mutando, componiendo e inventando, a vivir atada a la gravedad de La Tierra. Mis pies están cansados de pisar el suelo, de arrastrarse por calles demasiado transitadas cargando el peso de las preocupaciones mundanas. Están cansados de clavarse astillas, de hacerse heridas innecesarias siguiendo los senderos mal delimitados que muchos otros antes marcaron en un mapa automatizado. Mis pies quieren crear un sendero nuevo, quieren dejar sus huellas en las nubes, en las estrellas, en el cielo... Mis pies quieren volar. 

Bonita casa.

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El sonido de la puerta de entrada cerrándose bruscamente me despierta en plena noche. Abro un ojo, como buenamente puedo, y miro el despertador digital que brilla en la oscuridad de mi mesita de noche. Las tres de la madrugada. Somnolienta y aturdida por las pastillas para dormir que me veo en la necesidad de tomar cada noche, pregunto a la oscuridad: - ¿Mario?  No es hasta quince segundos después que me doy cuenta de que es imposible que sea él. Mario me dejó hace tres meses por la hermana de mi mejor amiga, con un mísero y cruel mensaje, vaciando los armarios mientras yo no estaba en casa y desapareciendo de mi vida como las nubes de las tormentas de verano, sin dejar rastro. En ese momento de clarividencia mis sentidos se despiertan por completo, la adrenalina comienza a subir por todos los recovecos de mi cuerpo a la par que el miedo se incrementa a cantidades insanas. Me levanto silenciosamente, cojo la lámpara de la mesilla a modo de arma y me asomo a la puerta de mi hab

Ya no.

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Hoy tengo algo que decirte. Sí, a ti. Escucha bien, aunque si lo necesitas puedo repetirlo: ya no te tengo miedo. ¡Guau! Sienta increíblemente bien decirlo en voz alta sabiendo que es verdad. Te lo prometo, ya no, hoy no te tengo miedo. ¿Sorprendido? Oh, espera... Tal vez tu memoria selectiva ha olvidado la razón de mis palabras. ¿Has olvidado los insultos en el patio? ¿La tortura en el autobús? ¿Las persecuciones en grupo por las calles del pueblo al salir de clase? ¿Las zancadillas, quizá? ¿Los chicles en el pelo? ¿Los moratones en los brazos? Si lo has olvidado te recomiendo que visites a un médico, fueron demasiados años y lagunas en la memoria de semejante tamaño no son normales. También puede ser que prefieras no recordarlo. Lo comprendería perfectamente... Que te avergonzases de haber disfrutado del sufrimiento de un compañero... No, no es bonito. La tercera opción es que te acuerdes de todo. Absolutamente todo. Sin embargo, ¿te avergüenzas? Si la respuesta es sí, no solo ya no

Te encontraré.

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Trescientos sesenta y cinco días sin verte. Trescientos sesenta y cinco días imaginando dónde estarás. Trescientos sesenta y cinco días tachados en el calendario con rabia, doce meses arrancados con furia, un año quemado a base de lágrimas ácidas.  Te echo de menos, más de lo humanamente posible. Te veo en las esquinas, en los parques, en los marcos vacíos, en mis propios ojos cuando me miro al espejo. Te veo, pero no te veo... Porque ya no estás. Te has ido. Te has ido sin mí. Y duele. Jamás creí que algo pudiese doler tanto. Pero ¿sabes qué? Me alegro de sentir dolor, el dolor me recuerda que sigo viva. El dolor me mantiene viva, porque mientras me duelas, cariño, te seguiré buscando.  Prometo buscarte en callejones oscuros, en garajes, sótanos, descampados y en el fondo de los ríos. Te buscaré en la casa del vecino, en otros países y en Júpiter. Construiré un cohete, un barco, alquilaré un avión o pediré un camello. Haré lo que tenga que hacer, eso es lo que las madres hace

Enjaulada

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Me hacías sentir pequeña. Con tu sola presencia los nervios me ahogaban, la piel se me erizaba y las palabras se me atragantaban.  Él me hacía sentir grande, importante, especial. No tenía miedo, me sentía en casa.  Contigo descubrí que me gusta lo desconocido, lo inesperado, lo frenético... la locura. Con él recordé que la tranquilidad era aquello que mi alma necesitaba, lo que mi corazón imploraba.  Contigo vivía en una montaña rusa, subidas, bajadas, ahora sí, ahora no. Con él la línea del horizonte se me quedaba pequeña, porque decidió que su horizonte empezaba y terminaba conmigo.  Una mirada tuya bastaba para curar mis heridas. Heridas provocadas por ti, heridas provocadas por él. En definitiva, heridas provocadas por mí.  Una mirada suya me hacía sentir necesitada, querida, ansiada. Para él era una droga; para ti, tú eras mi droga.  Contigo, verdades dibujadas en silencios, en momentos, en recuerdos. Con él, secretos cantados al viento, gritados, inm

El ingrediente secreto

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"En lo alto de aquella colina hallarás el ingrediente que te falta". Esas fueron sus  palabras, segundos después con aquella sonrisa enigmática todavía en los labios, exhaló su último suspiro. Mis lágrimas mudas suplicaban a gritos que no me dejase. Sin embargo, ni la fuente de la eterna juventud podría en esta ocasión obrar un milagro y vencer al paso del tiempo. Ángel me había abandonado con ciento dos años, una proeza no al alcance de muchos, sobre todo teniendo en cuenta que jamás dio muestras de que el paso de los años le pesase. Sin mujer, hijos o cualquier rescoldo de familia que se preocupase por él, yo, su protegida, su hija adoptada, aquella a la que salvó del frío y la nieve una noche de diciembre en la que mis desgraciados progenitores decidieron abandonarme, era todo lo que tenía. No obstante, Ángel nunca pareció necesitar más. Me había inculcado sus principios y su amor por la vida y había intentado matar la melancolía que asolaba mi alma; melancolía provocada,

Todos somos Barcelona.

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Repulsión,  dolor,  miedo,  rabia,  sirenas de policía,... Silencio. Muerte,  muerte inundándolo todo.  Sangre en el suelo como tinta plasmada en un lienzo, recuerdo de una batalla en la que solo un bando sabía que estaban en guerra. Pueblos convertidos en cementerios, calles con olor a miedo y a sal. Sal de las lágrimas derramadas por todos, porque de forma directa o indirecta todos somos afectados, víctimas. Ataques contra muchos, ataques contra pocos, contra centenares o contra un par de personas... No tiene importancia el número, la nacionalidad, la localización, la distancia, el color de la piel, el idioma o la religión. Nada de eso importa, nunca ha importado. Esto, amigos lectores, es un ataque contra la humanidad. Siria, París, Somalia, Berlín, Estocolmo, Iraq, Barcelona... Lágrimas de ayer, lágrimas de hoy y, aunque duela, lágrimas de mañana. Pero olvídate de esto.  Olvídalo y recuerda las sonrisas,  las voces,  los gestos. Sus gestos. Tal vez se parecía a su padre o

Despiértame

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El post de hoy es un pequeño fragmento de "Despiértame" , el segundo de mis libros publicados en Amazon, concretamente una porción de la perspectiva de uno de sus tres personajes principales. Podéis leer el principio de la novela en la sección "Libro: Despiértame"  (enlaces a la página de Amazon pinchando en → DESPIÉRTAME ). "-          El tumor está situado en muy mal lugar y necesitamos disminuir su tamaño al menos. Puede que con este tratamiento consigamos curarte, Salma. En caso de que consigamos reducir su tamaño, pero no sea recomendable seguir aplicándote las dosis, deberemos barajar la posibilidad de intervenir. Es demasiado en lo que pensar y hacerme ilusiones a estas alturas no es una opción, llevo demasiado tiempo viviendo de esperanzas. Sin embargo, debo mantenerme fuerte, por Ethan. Ahora mismo lo miro y puedo ver todo el cansancio y el dolor que esta situación le está ocasionando. Soy consciente, hoy más que nunca, de que le he robado pa

Intento fallido

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- Vivir a través de los demás no es vivir,  es un intento fallido de absorber lo que envidias, de hacerlo tuyo.  Por no hablar de que este modo de vida implica la muerte de tu espíritu, porque   aquello que lo hacía único se transforma en una copia barata de algo que nunca alcanzarás. Recuérdalo siempre, porque si decides vivir de esta manera tan incorrecta, envidiando y proyectando sentimientos negativos, jamás habrás vivido realmente, cariño. - Pero, abuelo... ¿Cómo sé que estoy viviendo a través de los demás? ¿Cómo diferencio entre vivir mi vida o la de otros? Al fin y al cabo, la envidia es un sentimiento del que tendemos a avergonzarnos y nos autoengañamos diciéndonos que no es cierto, que no envidiamos nada... - Muy sencillo. Cuando vives a través de los demás no eres realmente feliz, tienes siempre la frustrante sensación de que te falta algo y de que jamás lo obtendrás. Ese algo es la vida de otros, es el deseo de ser otra persona. Aprende a apreciar lo que tienes y a

Construir.

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1. tr. Hacer de nueva planta una obra de arquitectura o ingeniería, un monumento o en general cualquier obra pública. La gente te va a juzgar, eso es algo que tengo claro desde que tengo uso de razón.  ¿¿Te has pintado el pelo de rosa?? ¡¡Qué atrevido!! ¡¡No deberías haberlo hecho!! ¿De verdad? ¿Bellas Artes? Uf… No tiene salidas laborales… ¿Cómo que no vas a tener hijos? Se te va a pasar el arroz y luego ¿qué? Sola, sin familia propia, sin nadie que te cuide… Da absolutamente igual lo que hagas, siempre vas a ser criticado, juzgado sin un juicio justo por personas que ni siquiera se han parado a analizar sus propias elecciones antes de condenar las tuyas. Jueces de la vida, pero también jueces especializados en diversos temas que creen tener la verdad del universo escondida en la palma de su mano (y solo SU mano), jueces con la divina potestad para corregir tus errores. Sí, como lo oyes. TUS ERRORES. Esas caídas “tontas” que todo el mundo sufre a lo largo de su vi

Sola.

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A veces me siento sola cuando estoy acompañada. Dicen que es un fenómeno bastante común, que somos almas individuales atormentadas por el eterno anhelo de encontrar aquella compañía que nos arranque del hastío. Sin embargo, muchas veces, a pesar de encontrar lo que buscamos nos seguimos sintiendo solos. Tal vez, llámenme loca, erramos en la búsqueda y lo que debemos encontrar no sea otra cosa que a nosotros mismos. 

Sueña

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Cierra los ojos. ¿Los has cerrado ya? Vale.  Imagina que estás en ese lugar al que siempre has querido ir o en el que siempre has querido vivir. Tal vez una casita junto una playa poco transitada. Quizás eres más de campo o de montaña. Da igual, simplemente visualízalo. Visualízate en él.  Olvida el ruido, la contaminación. Olvida las preocupaciones, las obligaciones, los problemas. Olvídalo todo. Solo el sonido del silencio y tú. Está bien, abre los ojos, pero ¡cuidado! No en esta realidad llena de relojes agotando tu tiempo. Abre los ojos en esa ilusión, en ese sueño lleno de anhelos. Abre los ojos y mira a tu alrededor, visualízalo todo, empápate del momento. Camina, respira, sonríe, aprovéchalo; no hay relojes, no existe el tiempo.  ¿Lo sientes? Hasta esa vocecita crítica que te susurra en los peores momentos sabe que tengo razón en esto. No, no me mires así, esto puede ser un sueño, pero los sueños se cumplen, siempre y cuando decidas seguir durmiendo.