Castillo de naipes.
Agua y aceite. Norte y sur. Este y oeste. Completamente diferentes, pero atraídos por el mismo imán. Tú, su alma afín, su segundo yo, una copia de sus gustos. Yo, su lado oculto de la luna, la curiosidad que mató al gato, el miedo a lo desconocido. Le diste la oportunidad de tenerlo todo sin renunciar a nada. Yo le ofrecí arriesgarlo todo por algo que podría quedarse en nada.
No me sorprende que la costumbre haya ganado al riesgo, no hay muchos valientes. Lo que me sorprende es la decepción que ahora siento. Tal vez, simplemente, tú hayas acabado con su magnetismo. Así, sin más. Porque era tan endeble como un castillo de naipes.
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