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Mostrando entradas de junio, 2017

AGUA

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Kira le dio todo a Darío: su vida, su amor incondicional y su completa lealtad. Darío le dio algunas cosas a Kira: un techo, cariño esporádico y un hogar provisional. Ella creía que él era su mundo, su protector, su amigo incondicional. Él creía que la quería y que era bueno tenerla. Kira le confió su corazón y su vida sin ni siquiera imaginar que él pudiese destruirlo todo. Darío tomó su corazón y su vida sin ni siquiera imaginar que ella podía sentirlo todo.  Entonces, Darío se mudó y en su nueva casa no había espacio para Kira. Ya nunca había espacio para Kira. Él, sin atisbo de duda, cogió el corazón de la dulce perrita que lo había acompañado durante años y lo arrojó en el medio de la nada junto con ella. Abandonada y sola bajo la lluvia, Kira lloró y lloró lágrimas de sangre y sal, suplicó entre ladridos lastimeros que su viejo amigo volviese, pero no volvió. Nunca regresó. Darío olvidó a Kira en el mismo instante en el que ató su correa a un árbol. Después de eso se subi

ERROR

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Acción desacertada o equivocada. Mi primer error fue enamorarme de ti.  El segundo fue dejarte ir.  El tercero, bueno, el tercero puede que fuese creer que el tiempo todo lo cura. El tiempo, sin esfuerzo, no sana ni cambia nada.  El cuarto fue aquella canción susurrada que me persigue allá a donde vaya.  El quinto fueron promesas vacías que por falta de peso volaron como plumas con una ráfaga de viento.  El sexto fue una carta contándote una verdad que jamás leerás. Una de tantas…  El séptimo fue creerme tus mentiras, incluso cuando no las creía.  Sin duda, el octavo fue contarte mis secretos. Los secretos no se cuentan, simplemente porque si los cuentas dejan de ser secretos.  El noveno fue regalarte mis “te quiero”.  Sin embargo, de todos estos el décimo fue el peor: querer bajarte el cielo cuando lo único que buscabas era ahogarte en el infierno de tus recuerdos.

TELARAÑAS

Tela que forma la araña segregando un hilo muy tenue. Telarañas en las esquinas y polvo sobre los libros. Olor a cerrado contenido en el interior de la estancia como el aroma de un buen vino encorchado años atrás. En el suelo restos de cristales y sangre que recuerdan momentos de tensión. Hojas de periódico hechas añicos, marcando eternamente una fecha difícil de olvidar y un álbum de fotos que retrata la calma y el silencio que precede a una tempestad. Mil y una palabras flotan en el ambiente, ninguna lo suficiente valiente para hacerse audible. El perfume de un pasado agridulce que explota en las fosas nasales de aquella mujer que un día fue niña y  que vio perecer a los suyos a manos del destino.

VACÍA

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Falto de contenido físico o mental. El agua se filtraba por debajo de la puerta del cuarto de baño como si el océano estuviese contenido en el interior e intentase escapar desesperadamente por algún lugar. Corrí y corrí, grité, me abalancé sobre la puerta y lloré desesperada. Os supliqué a aquella puerta y a ti que abrieseis, que me dejaseis ayudar. Sin embargo, solo el silencio interrumpido únicamente por el leve borboteo del agua me daba una respuesta. Una respuesta lenta y agónica que no hacía nada más que confirmar lo que ya sabía. La policía, los bomberos y el mismísimo Ejército del Aire podrían estar en camino, pero jamás, por mucha prisa que se diesen, serían capaces de salvarte de ti misma. Nosotros somos los monstruos debajo de la cama y si no te das cuenta de ello, e incluso permites que los monstruos de los demás invadan tu vida, perderás una guerra en la que ni siquiera sabías que estabas batallando. Lo supe, en el mismo momento en que los bomberos tiraron la puerta