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Mostrando entradas de febrero, 2018

No me pierdas.

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Tócame, electrízame, respírame, absórbeme, bébeme, ámame, bésame, hazme reír y ríete conmigo, sonríeme, abrázame, acaríciame, revuélveme, guíame, compréndeme, desnúdame, deslúmbrame, enamórame, rózame, sugiéreme, enrédame, enloquéceme, aráñame, extráñame, sacúdeme por dentro. No me hagas llorar, no me golpees, no me ahogues, no me asfixies, no me engañes, no desvistas a otras, no me ciegues ni me ensordezcas, no me rompas, no me anules, no me mientas, no me detengas, no me oscurezcas, no me olvides. No me pierdas. 

Sueño de tinta.

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De aquel cuadro chorreaba tinta. Cada gota que caía sobre el gastado suelo cobraba vida y formas distintas. Desde perros hasta árboles andantes. Cada mínima partícula de color (entonces vivas) se encaminó al viejo camastro donde el artista “descansaba los ojos” roncando a moco tendido. Fue la extraña sensación de sentirse cubierto de humedad en movimiento lo que le hizo abrir los ojos para hallarse completamente envuelto en colores. Ya no era él quien orquestaba sus movimientos, sino las diminutas gotas vivas que lo empapaban y lo dirigían ante su inacabada obra. Vio anonadado como sus manos tomaban el pincel y comenzaban a dibujar la silueta de una mujer en un lienzo que creía maldito. Aquel cuadro había quedado relegado al infierno de las obras que jamás serían acabadas  y, sin embargo, ahora lo veía nítido. Lo veía completo. Y salía de su pincel, de sus manos. Comenzó a reírse como un loco y a dar pinceladas más enérgicas guiadas por la tinta de aquel otro cuadro lleno de inspira

¿Cuándo vuelves?

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Has dejado tu sabor en las tostadas y en el azúcar que le echo al café. Tu olor está en mi almohada y en mis manos. Has dejado tu caos en mi pelo y tu saliva en mi cuello. Has dejado la luz encendida en habitaciones que antes no tenian dueño. Has dejado tu ropa en mi cesto, tu cepillo en mi baño. Has dejado mi mundo enredado en tus piernas y mis dedos enganchados en tus caderas. Has dejado tu sonrisa en mi retina, pero no te preocupes solo dime cuando vuelves .

Daiquiri

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Treinta grados, un daiquiri y un maletín con veinte millones en la mejor suite del caribeño hotel. Quisieron  jugar con fuego y salieron escaldados. No solo se quedó con su dinero, sino con sus secretos. Y ya se sabe, el conocimiento es poder.  Ella no huye, ella no teme, ya no. No es una proscrita ni tampoco una víctima, simplemente es alguien a quien hay que respetar. No tiene sangre en las venas, tiene lava, como un volcán. Las aceras tiemblan a su paso, temiendo derretirse por su fuego. El incendio es inminente en su presencia.  Femme fatale , la llaman. Mujer, se autodenomina.

He traído tarta.

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Iván tiene doce años, Marta tiene siete y María cuatro. Hoy es el cumpleaños de la pequeña. Cuatro años ya... - Manuel, es hora de tomar la medicina.  Una voz me despierta de mis ensoñaciones, de mis recuerdos.  - ¿Y la tarta? El hombre me mira sin comprender del todo. - ¿Qué tarta? - La de María. Hoy es su cumpleaños. - Toma tu medicina, Manuel - dice suspirando. - Quiero tarta. - No hay tarta. Solo medicina, lo que necesitas - hace una pausa y dice con un deje de rencor -. Lo que te mereces. En ese mismo momento salto sobre el enfermero, forcejeamos, él intenta pedir ayuda, pero nadie nos escucha porque la puerta se ha cerrado a su espalda. Llevo semanas sin tomarme la medicación que tan puntualmente se ocupan de suministrarme. Estoy más despierto que nunca y tengo el control de la pelea. Él lo sabe, yo lo sé, por eso ninguno de los dos se sorprende cuando le parto el cuello. Una vez en el suelo  hago un intercambio de ropa y salgo del hospital sin pr