Daiquiri

Treinta grados, un daiquiri y un maletín con veinte millones en la mejor suite del caribeño hotel. Quisieron  jugar con fuego y salieron escaldados. No solo se quedó con su dinero, sino con sus secretos. Y ya se sabe, el conocimiento es poder. 

Ella no huye, ella no teme, ya no. No es una proscrita ni tampoco una víctima, simplemente es alguien a quien hay que respetar. No tiene sangre en las venas, tiene lava, como un volcán. Las aceras tiemblan a su paso, temiendo derretirse por su fuego. El incendio es inminente en su presencia. 

Femme fatale, la llaman. Mujer, se autodenomina.




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