Constelaciones.

Tengo una pequeña colección de estrellitas en una vitrina. Como si de una constelación privada de hermosos astros se tratara. Solo brillando para mí, solo mías. Algunas son blancas como la leche, otras rosadas, otras del delicioso color del chocolate. Todas distintas y, a la vez, todas iguales; representando la vida y la muerte en cada uno de sus extremos puntiagudos. La vida arrancada de la piel de sus dueñas que en muy mala ocasión decidieron tatuarse una estrella. La muerte, que sucede a la obtención de mi tan preciado premio, obtenido a base de sangre y miedo.


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