Vengo a confesarme.
Hoy vengo a confesarme. Este no es un relato ficticio, ni siquiera una historia basada en hechos reales. Esta, señores, es mi realidad. Tengo veintidós años, una hermana maravillosa, tres perros, soy adicta a la lectura, convivo y combato desde hace al menos siete años con el dolor crónico provocado por la fibromialgia y tengo los ojos azules. Así, sin más.
La fibromialgia lleva en mi vida tanto tiempo que simplemente es un demonio más al que enfrentar cada mañana. Un demonio que me limita y me presiona, pero nunca he sido de las que se rinden con facilidad. Ella lo sabe, yo lo sé, por eso prosigue la lucha. Mi vieja enemiga me ha enseñado el lado feo de la vida. No, no solo me lo ha enseñado, me lo ha tatuado en la piel, ha clavado la aguja tan profundamente que la tinta ha llegado a mis venas y el tatuaje me ha marcado el alma. La fibromialgia es una enfermedad que provoca dolor musculo-esquelético crónico, mareos, fatiga, alteraciones de la memoria, neblinas, etc. En resumen, una tortura diaria que jamás te da tregua. He aprendido a apretar los dientes y a avanzar en mi camino, arrastrando conmigo el resto de mi cuerpo. Me he envuelto en una armadura resistente a la gente que no me comprende y he descubierto como caminar sobre lava ardiendo. Soy inmune a las caras largas y a los "no lo conseguirás". También a los "¡Joder! Tú siempre estás enferma" y a los "¿qué te duele ahora?", siempre acompañados con ese extraño retintín en la voz que solo usan los que creen conocer el secreto de la vida. Aprovecho ahora para decirle a toda esa gente (los cuales estoy segura de que sabéis quienes sois) que está bien, os perdono esas faltas de respeto pasadas y también las que cometeréis en el futuro. Solo se entiende la estructura del infierno si has vivido en él y yo tengo marcas del látigo del diablo.
¿Por qué me confieso hoy? Supongo que últimamente he visto demasiado movimiento con respecto a esta enfermedad. Movimiento erróneo, en su mayoría. Sin embargo, en el día de hoy he visto movimiento valiente, corrimientos de tierra porque una muchedumbre procedente del mismo infierno en el que yo resido ha decidido alzar la voz y decírselo al mundo. Todo gracias a una primera valiente, conocida como Lady Gaga, que ha decidido hablar abiertamente de esta enfermedad. Una de esas enfermedades invisibles que es más fácil dejar guardada en un cajón y no investigarla porque no "compensa". Una de esas que por falta de conocimiento se trata y se cataloga de forma equivocada. Una de esas que provoca que el paciente sea tratado como un delincuente en lugar de como una víctima.
Hoy me confieso y hago un poco más visible lo invisible. Hoy, como siempre y a pesar de todo, sonrío.
Mucho ánimo y no pierdas jamás la esperanza. La vida sigue y quizás llegue un día en el que descubran un remedio para esta enfermedad. Mientras tanto, pequeña, baila con el diablo porque algún día saldrás de allí y te reirás de él. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Elisa. Seguiré bailando con él a sabiendas de que me pisará los pies, pero tranquila que no se lo haré notar.
ResponderEliminarUn saludo 🤗