Decisiones a punta de pistola.
Una pistola apuntándome en la sien, fría y sin
sentimientos, como aquel que la sostiene. Dos minutos es el tiempo que me queda
para decidir si quiero vivir siendo un
traidor o morir fielmente por el secreto de otros. Tres años han pasado desde
aquel momento en el que elegí quedarme en el bando equivocado por amor a
alguien que ni siquiera sabía que yo estaba a su lado. Las decisiones tomadas
con el corazón (o con la bragueta) no son decisiones, son cagadas, impulsos que
nos llevan a complicarnos la vida. Lo supe entonces y lo sé ahora. Cuatro han
sido las veces que he escapado de la muerte para volver a su abrazo mecánico y
cinco son las cicatrices que recorren mi cuerpo convirtiéndolo en un mapa de
malos senderos que no se deben volver a cruzar.
- Vamos,
Martín. No tengo todo el día. Suéltalo ya. ¿Dónde está el cargamento?
Un escupitajo sale de mi boca y aterriza en su cara. Una
bala atraviesa mi cabeza. Oscuridad.
No esperaba ese final...aunque fuese fácil ver.
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