VIVE (II)

"Una guerra constante entre
mi luz y mi oscuridad".
Ahora, miro atrás y puedo sentir toda la frustración, el dolor y la decepción que sentí hacia mí misma. Lo que más me duele es comprobar que sigo teniendo momentos de flaqueza en los que veo como la vida se escapa entre mis dedos sin poder retenerla. Miro el reloj y descubro que llevo casi tres horas sentada en la cama, mirando a ninguna parte, obnubilada por el vacío y el silencio, solo rotos por mis propias lágrimas. Intento comprender lo que está pasando… Intento comprenderme a mí y  no lo consigo. Mi lucha siempre ha sido conmigo misma, a pesar de que mis demonios son de carne y hueso. Una guerra constante entre mi luz y mi oscuridad.

Pienso en todo lo que quiero hacer, en mis sueños, mis proyectos, en formar una familia o tener una pareja. Pienso en cómo me gustaría que alguien me abrazase, me besase y me dijese “Aquí estoy”. Me pregunto si de verdad puedo vivir sin contacto humano o, tal vez, si de verdad quiero hacerlo. Simplemente, ya  no confío en nadie. Me destrozaron el corazón demasiadas veces, dejándolo en mil pedazos de tamaños tan minúsculos que los tuve que recoger con la ayuda de una lupa y, ahora, todo está revuelto a mi alrededor. Mi mente está sumida en un caos desorbitado, como si alguien buscara algo con ansiedad y no pudiese encontrarlo. Quisiera gritar, soltar todo lo que estoy sintiendo al aire, dejarlo libre y verlo volar, pero necesito ayuda.

"Quizá, de vez en cuando, debería
hacerle más caso a mi tatuaje
 y vivir el momento".
 En un instante de lucidez, veo mi reflejo, ese que siempre me revela mis secretos mejor guardados, y me da miedo lo que veo. Me doy miedo. Se me rompe el alma al descubrir a alguien que ha estado demasiado tiempo muriendo en soledad cuando, en realidad, pagaría al mismísimo diablo por sonreírle a la vida como alguna vez , en un pasado muy lejano, hice. Me rompe el alma, me acribilla los pedazos de corazón que quedan en pie.


Necesitaba ayuda la primera vez que mi reflejo me recordó que había dos caminos y la necesito ahora. Sin embargo, la oscuridad se cierne sobre mí como un gran nubarrón amenazando lluvia. La tormenta, llena de recuerdos y malas vivencias de mi pasado, me atosiga y me encierra en un limbo donde solo quiero cerrar los ojos y despertar al día siguiente con la suficiente fuerza para dar más de cuatro pasos fuera de mi cama. Quizá, de vez en cuando, debería hacerle más caso a mi tatuaje y vivir el momento.




Hoy os traigo otro fragmento de Vive, un trabajo más extenso que estoy preparando con una portadora de experiencias vitales y sabiduría. Os pido que lo tratéis con cariño, puesto que todo lo que está aquí escrito y todo lo que mostraremos más adelante en relación, son vivencias reales. Vuestros comentarios y opiniones son bien recibidos, pero sobretodo, son agradecidos. 

Por otro lado, solo quiero decir: GRACIAS DE NUEVO, MARÍA, POR TU INMENSURABLE GENEROSIDAD.


¡Un saludo a todos!


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