ECHAR DE MENOS



Tener sentimiento y pena por su falta.

Pedro echaba de menos su casa. Su personalizada habitación llena de pósteres y libros era un oasis de paz ajeno del bullicio del exterior. Aunque, quizás, no era precisamente la casa lo que echaba de menos, sino el hogar. Sí, lo que extrañaba era la cálida sensación de sentirse en casa, protegido y amado, con sus seres queridos, con sus raíces. Debido a la falta de trabajo en su sector, Pedro había tenido que abandonar su amado país, dejando atrás a su novia, sus amigos, sus padres y el resto de su familia. Todo se había ido al garete, sus planes, sus ilusiones... Pero siempre se puede estar peor, al menos eso intentaba pensar. 

"En ese momento, mirando a través de la
ventana la lluviosa estampa del exterior,
se sintió más nostálgico que nunca".
Echaba tanto de menos a su gente, que llegaba a ser doloroso. Elisa, su novia, no había podido ir con él, porque, por suerte o por desgracia, ella sí tenía trabajo en España; explotador, mal remunerado y en el que era infravalorada, pero un trabajo y en su país. Pedro jamás le pediría que se sacrificara de la misma manera que él, quería verla feliz, aunque fuese en la distancia. 

La soledad se caía sobre sus hombros de una manera desgarradora. En ese momento, mirando a través de la ventana la lluviosa estampa del exterior, se sintió más nostálgico que nunca. Hacía meses que no veía los rayos del sol brillando sobre los árboles, ese nuevo paraje en el que se encontraba tenía un clima totalmente distinto, haciéndolo sentirse no solo fuera de lugar, sino en un mundo diferente; pero siempre se puede estar peor.

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