IMPASIBLE
Incapaz de padecer o sentir.
El día había sido agotador y lo único que Hugo anhelaba era llegar a su casa y descansar. Tal vez descorcharía una botella de ese vino tan caro que tanto le gustaba, se sentaría ante la chimenea con un buen libro y reposaría todas las preocupaciones que la sociedad moderna le cargaba. Sería una noche tranquila, sin embargo, no lo suficientemente desestresante. Hugo estaba convencido de que se merecía un premio por tener que soportar situaciones tan desquiciantemente mundanas, por lo que una copa y una buena lectura no serían suficientes para calmar su sed de vida.
Una vez hubo abandonado la oficina, se dirigió a su coche con una sonrisa indescifrable para los transeúntes que se cruzaban con él en el aparcamiento. De camino a su casa, paró en un supermercado de esos que permanecen abiertos las veinticuatro horas y compró una garrafa de lejía y una pizza. Ya equipado con los víveres, se dispuso a regresar a su hogar y disfrutar de una agradable velada realizando su pasatiempo favorito. Cuando llegó, preparó la pizza para cocinarla posteriormente, dejó una botella de vino refrescando y el libro junto al sillón que estaba colocado frente a la chimenea. A continuación, bajó al sótano y se dirigió a esa puerta que siempre estaba bloqueada para las visitas, sacó la llave que siempre colgaba de su pecho y la abrió. En el interior se respiraba el gélido aroma que solo el miedo puede provocar, la tensión y el pánico vibraban en el ambiente. Un sollozo comenzó a sonar en la esquina más apartada de la estancia. Hugo encendió la luz y fue directo hacía el origen del llanto. Una vez estuvo a la altura dijo:
- Hoy es tu turno.
Con la misma, agarró por el cuello a la encadenada muchacha que suplicaba con la mirada por su vida y la arrastró al pequeño habitáculo situado en el interior de la habitación, separado por un par de tabiques. Su víctima temblaba y forcejeaba a partes iguales, pero Hugo se mantenía impasible, la euforia que la muerte le provocaba era inigualable. El resto de habitantes de la habitación bloqueada, guardaron silencio y aguantaron la respiración, aliviados en parte por no ser el plato del día, mientras su captor y verdugo se divertía con sus juguetes.
Una hora más tarde, Hugo se encontraba reposando frente a la chimenea con un trozo de pizza en la mano, una copa de vino a su lado y el mejor libro que tenía en su biblioteca. Por las escaleras del sótano se filtraba un intenso olor a lejía que se mezclaba con el de la pizza, creando el aroma perfecto para su cerebro.
Hola Sanbeta...que tétrico y este Hugo.....un asesino en serie¡¡¡¡¡
ResponderEliminarGracias, pasa buena noche, besos encadenados..
Gracias por leerlo y comentar. Que tenga buena noche. Un saludo 😊
EliminarDe miedo! Qué digo miedo, terror! Saludos y felicidades por tu blog.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustadi. Ese era el cometido, que diese miedo 😊
EliminarUN SALUDO Y GRACIAS
Puff... Más que miedo es zozobra, angustia. ¡Menudo personaje nos has presentado! Muy buen texto y me ha gustado sobre todo el tono un tanto frío y lejano que le pega muy bien a la falta de humanidad del personaje, pega con su cosificación del dolor humano. Saludos!
ResponderEliminarMe encanta escribir este tipo de relatos y personajes 😊
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo.
Un texto gris casi negro, da escalofrío el señor. muy bueno! Bravo!
ResponderEliminarMuchas gracias 😊
EliminarHola, Sanbeta,
ResponderEliminarInteresante relato, en el que destaco la frialdad del personaje principal, su rutina diaria, para él tan habitual en su día a día, como el que tira la basura, siendo realmente un monstruo caníbal. Apenas das protagonismo a sus víctimas, la dejas en segundo plano, pero actúan con sensaciones y gestos, sin palabras, quizás para remarcar más claramente al auténtico protagonista, un ser enfermo y depredador.
Enhorabuena por tu relato. Un saludo cordial y buena lectura.
Mi intención era darle todo el protagonismo al sádico protagonista, hacer algo diferente en donde la víctima no es lo importante... Duro, brusco y directo. ¡Muchas gracias por tu comentario y por leer el relato! Me alegro de que te haya gustado y que te hayas parado a analizarlo. Un saludo! Nos leemos!
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