DÓCIL
Suave, apacible, que recibe fácilmente la enseñanza.
Las montañas siempre habían sido el hogar de Óscar, pero tenía que admitir que la calma que, por lo general, las había caracterizado había ido desapareciendo paulatinamente. Las bajas entre los pocos vecinos que tenía habían ido en aumento con el paso del invierno. Ya solo quedaban la vieja y dócil Emilia, don Bartolomé, el nieto de éste, que se llamaba Julián y el anciano cura que se había negado a abandonar la capilla cuando el pueblo comenzó a convertirse en una de esas escenas de fantasmas años atrás. Óscar, al igual que el anciano párroco, había hecho caso omiso a las súplicas de sus familiares y amigos; no estaba dispuesto a abandonar la cabaña que durante generaciones había dado cobijo a su familia y mucho menos estaba dispuesto a renunciar al silencio y la belleza que la montaña le regalaba.
"...no estaba dispuesto a abandonar la cabaña que durante generaciones había dado cobijo a su familia". |
- Huye.... Huye.... Es una trampa...
La voz de don Bartolomé llegó a sus oídos como un soplido de viento. Antes de que le diese tiempo a tomar una bocanada de aire, una criatura mitad bestia mitad humana, le arrancó un brazo de cuajo. Óscar no gritó, no lloró ni sintió nada, solo pudo contemplar la belleza del ser que lo devoraba y darse cuenta de que la vieja Emilia no era ni tan vieja ni tan dócil.
Seguiré la historia Sabeta
ResponderEliminarBonito día ten
Gracias🌷🦋
Al menos por el momento este es un relato corto. 😉
EliminarMuchas gracias y un saludo!😋
Quedé atrapado en el bosque, perdón...quise decir en tu relato.
ResponderEliminarAbrazotes, amigaza
Pues ten cuidado, Beto, que anda la vieja Emilia por el bosque... No te la vayas a encontrar jajaja
EliminarUn saludo! 😉