Hubiese...

Me hubiese gustado sentir el tacto de tu piel contra la mía, tu respiración en mi cuello. Descubrir tu mirada, que habla incluso más que tu boca, cerca, muy cerca. Que la distancia y el miedo fuesen cuentos de niños contados a adultos incrédulos.

Me encantaría sentir tu voz cálida en mi oído cada mañana, que me dieses los buenos días con uno de esos besos tuyos y sentir tus dedos inquietos y reclamantes recorriendo sin miedo mi espalda. Contar tus arrugas, las nuevas y las viejas, esas que resaltan cuando sonríes.  

Y no te digo lo que hubiese amado sentir tus besos ilegales quebrantando el horario de visita, haciéndome entender con hechos lo que las palabras jamás podrán plasmar en textos. 




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