Destrucción
Destrúyeme lento, sin que lo note. Que solo me dé cuenta cuando sea demasiado tarde. Arráncame la piel despacio, beso a beso, que tu saliva llena de mentiras bañe mi cuerpo hasta ahogarlo. Sí, rómpeme el alma, al fin y al cabo no sé qué es que me amen bonito, que me amen bien. Esto es a lo que estoy acostumbrada. Va a ser cierto lo que decía aquel profesor: aceptamos el amor que creemos merecer. Destrúyeme, hazlo, asegúrate de que no vuelva a caer en la misma piedra, en tus mismos lunares. Enséñame lo duro que está el suelo cuando te caes, cuando te empujan. Déjame cicatrices que me hagan recordarte el resto de mis días, conviértete tú solo en todo eso que no quiero volver a tener. Hazlo tú, cariño, porque yo vivo obnubilada por el humo de tu tabaco, perdida en la curva de tu mandíbula, enterrada en la humedad de tu boca y ya no sé donde está la salida.