Entradas

Mostrando entradas de enero, 2018

Universo de Esperanza

Imagen
¿Sabíais que grano a grano se puede formar una montaña? ¿Que sonrisa a sonrisa se puede ser y hacer feliz? ¿Sabíais que vale más ayudar que mirar hacia otro lado? ¿Que el mundo puede ser mejor si simplemente nos ayudamos entre todos? Encadenemos esperanzas a las sonrisas y regalémoslas. No pasemos por el mundo como si no fuésemos parte de él. Seamos la huella que otros siguen. Iniciemos una revolución.  Hace algún tiempo fui convocada, por así decirlo, a participar en un libro solidario. Concretamente, un libro con el que se pretende ayudar a la Fundación ALIBER (Alianza Iberoaméricana de Enfermedades Raras o Poco Frecuentes) en el estudio de las enfermedades raras. Junto con muchos otros escritores, más o menos expertos, aporté mi granito de arena a esa montaña de esperanza.  Universo de Esperanza, que así se llama la obra, está disponible en plataformas digitales y en versión impresa. A continuación dejaré toda la información que, Marijose, impulsora y encargada de este pr

Seres dañinos por excelencia.

Imagen
Juzgar sin saber, hablar por hablar... Deporte nacional. Con lo fácil que sería vivir sin dañar, disfrutar sin perjudicar, reír sin ofender... Sin embargo, nos empeñamos en destruir el mundo. Somos como moscas encantadas de ver como la sociedad se pudre para poder aprovecharnos de los desechos que quedan. Jugamos con la hipocresía como si fuese una baraja de naipes, cambiamos las cartas a nuestro antojo como los mayores tramposos del mundo y sacamos a relucir nuestras mejores jugadas en los momentos que más nos conviene. No importa quien es el contrincante. No importa si nuestra rastrera jugarreta lo desmonta como un muñeco de lego que jamás reunirá sus piezas o si lleva una armadura más solida que nuestro metalizado corazón. Nos da igual, lanzamos dagas voladoras creyéndonos con derecho a hacerlo, sintiéndonos con la divina potestad de opinar sobre todo, sobre todos. No obstante, ser el objetivo del francotirador no nos gusta. Sentir como el punto rojo apunta directo sobre nuestra ca

No estamos "solitas".

Imagen
Son las seis de la madrugada. Camino tranquila, despacito y casi de puntillas porque el dolor de pies provocado por los tacones me está matando. La calle está vacía, silenciosa. Mis amigas se han ido por un lado y yo por otro, pequeños inconvenientes de vivir cada una en una punta de la ciudad. Estoy sola y tengo frío. Me muevo por la inercia del cansancio en dirección a mi cama, más que a mi casa, y con los recuerdos sonrientes de una noche de diversión entre amigas. El eco de mis tacones es todo lo que interrumpe el silencio de la calle, haciendo que me pregunte a mí misma por qué los llevo. Sin embargo, cualquier respuesta a esta hora y sin haber dormido me resulta vaga y sin sentido. El silencio sigue invadiendo el espacio y, tal vez por las voces de cientos de mujeres asustadas mucho antes y mucho después que yo resonando en mi cabeza, recordándome que el mundo no es un lugar seguro, convenzo a mis pies doloridos de que aceleren el paso.  - ¡Rubia! ¿A dónde vas tan solita?

Doce minutos.

Imagen
Doce minutos me bastaron para dejar de quererte. En el primero me robaste el aliento y jamás me lo devolviste, como siempre. En el segundo el simple roce de tus manos me recordó que era una adicta. En el tercero te fuiste dejándome en el mismo vacío y, a la vez, multitudinario lugar en el que me encontraste. En el cuarto me guiñaste un ojo y el mundo se detuvo. En el quinto te vi jugar a tu juego favorito con otra jugadora. En el sexto te olvidaste de que te estaba mirando, aunque algo en lo más recóndito de mi mente me gritaba que en realidad eras consciente de ello y el saberme observándote despertó tus instintos más morbosos. En el séptimo pasaste por mi lado, rozándome, haciéndome recordar que mi aliento era tuyo. En el octavo me regalaste una gota de tu cariño calmando a la sedienta tonta que habitaba en mí. En el noveno tu jugador interior inició la partida definitiva. En el décimo la besaste. En el undécimo me miraste, pero yo ya no te veía. En el duodécimo recuperé yo misma el

Mis amigos os saludan.

Imagen
Me gusta hacer nuevos amigos, de esos que te cuentan historias, de los que te enamoran y te envuelven en sus mundos haciéndote olvidar hasta el más estúpido problema. De esos a los que puedes recurrir a cualquier hora, en cualquier momento y en la situación más extraña. De los que te acompañan a todas partes si se lo pides. De esos que no se deben juzgar por la portada, porque hay que pararse a leerlos, a conocerlos. Me gusta hacer amigos con los que contar a través de los años, de los que no decepcionan. En este pasado año he hecho dieciséis amigos nuevos y a uno de ellos lo he redescubierto. Espero no estar olvidándome de ninguno y si es así, ¡ojalá me perdone! Todos y cada uno de ellos me han enseñado una lección o me han regalado una sonrisa, por eso y por mucho más me encantaría que los conocieseis. Comencé el año en Barcelona, embarcada en las aventuras que Daniel Sempere y Fermín Romero de Torres tenían que contarme y es curioso, porque casi termino el año en el mismo