AQUELARRE


Reunión nocturna de brujos y brujas.


"Su misión era mantener
alimentada a la bestia".

Eran las tres de la madrugada. El silencio impregnaba hasta la esquina más oscura de la callejuela en la que David se había citado con Néstor. Habían pasado tres días desde la última reunión, tres largos días en los que el peligro no había dejado de acecharlos a pesar de haber cumplido con los términos del pacto. Los dos hombres eran los nuevos guardianes del secreto de sus antepasados, un secreto que se había llevado por delante millares de vidas. David y Néstor eran hermanos gemelos pertenecientes a uno de los aquelarres más poderosos que la magia jamás haya dado. Su misión era mantener alimentada a la bestia, controlada para que no decidiese salir a cazar por su propia cuenta. Hacía varios siglos que su aquelarre mantenía este pacto sin mayor dificultad, dándole caza a hombres y mujeres que consideraban indignos seres humanos, pero buen alimento para el monstruo que protegían. Hasta esa semana. El apetito del monstruo se había convertido en algo insaciable, la ofrenda diaria de cinco hombres ya no era suficiente… 

- ¡Por fin llegas! Estaba a punto de salir a buscarte - le dijo David a Néstor cuando lo vio doblar la esquina. 

Néstor se acercó a su hermano con una expresión aterradora en el rostro. Sus ojos, habitualmente de un brillante color verde, se habían convertido en dos horribles esferas de color rojo. David no supo reconocer la magia que estaba devorando a Néstor, tampoco le dio tiempo. Antes de que pudiese pestañear su hermano le estaba asestando una certera puñalada en el estómago. Esta vez, la cena era David, rebosante de vida, rebosante de magia. Desde ese momento, un Néstor controlado por la magia oscura de la poderosa bestia se dedicó a dar caza a brujos, guardianes y a toda aquella criatura con más magia en su interior que un simple corazón latiendo.


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