DESENCANTADA


Decepcionada, desengañada.

"Esa sudadera, donativo como el resto
de su ropa, era su única fuente de
alimento cuando el escaso dinero que
 su madre conseguía juntar se esfumaba
 como por arte de magia". 
Joana llevaba su holgada y vieja sudadera de los Lakers como siempre que iba al supermercado. Era la única con la que podía robar alguna lata o algún bollo sin que se notase. Hacía ya dos años que se dedicaba a las malas artes del carterismo y el hurto, pero no se sentía mal por ello. De algo tenían que vivir y si nadie les daba la oportunidad por la vía legal... No podía dejar que su hermano pequeño muriese de hambre. Su padre agonizaba por un cáncer terminal y su madre tiraba como podía de la familia, con un miserable sueldo al margen de la ley. Esa sudadera, donativo como el resto de su ropa, era su única fuente de alimento cuando el escaso dinero que su madre conseguía juntar se esfumaba como por arte de magia. 

Dieciséis años y una aterradora vida por delante. Joana ya no tenía fe en nada, tan joven y tan desencantada...Su madre siempre le pedía que dejase de robar, que encontraría la manera de salir adelante, pero ella sabía que no lo conseguiría. Con cuarenta y largos, sin estudios superiores y tres cargas a sus espaldas... No, su madre lo tenía muy difícil en un mundo que consideraba más importante el aspecto físico que las ganas a la hora de trabajar. Joana lo sabía, su madre lo sabía, incluso su moribundo padre lo sabía y por eso, en el fondo, se sentía bien robando. La sociedad los obligaba a vivir marginados, ¿por qué no darle una razón para ello?

Comentarios

  1. Desgraciadamente hay gente que malvive de la delincuencia y roba para comer. Un abrazo

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    1. Es una lástima, María del Carmen, pero es la pura realidad. Un saludo y gracias por leerme.

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